Opinión
INNOVACIÓN
Mundos virtuales: donde confluyen la innovación y la colaboración humana
Daniel Errea
Consultor en Proyectos Europeos
DIGITALIZACIÓN
La globalización, la conectividad y el acceso a Internet de alta velocidad se han convertido en una prioridad para la Comisión Europea, que, a través de la Ley de Infraestructuras Gigabit, pretende lograr la conectividad universal para 2030
Consultora en Proyectos Europeos
Una de las características definitorias de la era actual es la globalización y su conectividad inherente. Todas las sociedades, desde las más avanzadas tecnológicamente hasta las que aún están en desarrollo, se benefician de estar conectadas. Lo que antes era una capacidad de conexión se ha convertido ahora en un derecho incuestionable, ya que muchas interacciones sociales, políticas y económicas, servicios y oportunidades están cada vez más en línea. Garantizar el acceso universal a Internet de alta velocidad se ha convertido, por tanto, en una prioridad clave.
En este contexto, la Comisión Europea, a través de la Ley de Infraestructuras Gigabit (Reglamento (UE) 2024/1309) , ha fijado ambiciosos objetivos para ofrecer una conectividad universal a velocidad gigabit en toda la Unión Europea para 2030. Esta iniciativa pretende crear una sociedad digital plenamente conectada, que fomente la innovación, el crecimiento económico y la inclusión social. Sin embargo, alcanzar esta visión presenta numerosos retos, como los elevados costes de despliegue y la fragmentación normativa entre los Estados miembros. Para superar estos obstáculos y cerrar la brecha digital, son esenciales reformas significativas, una mayor colaboración entre los sectores público y privado y avances tecnológicos continuos.
A pesar de los avances logrados en infraestructuras digitales, Europa sigue dividida en términos de conectividad. Existe una brecha persistente entre las regiones urbanas y rurales, donde lo último sigue desatendido, como se destaca en el Informe sobre el Estado de la Década Digital. Las zonas rurales, en particular, se enfrentan a importantes retos en el desarrollo de infraestructuras debido a la baja densidad de población, lo que hace menos atractivo el rendimiento de la inversión para los operadores de telecomunicaciones. Como consecuencia, el despliegue en estas regiones sigue siendo lento y costoso, lo que agrava aún más la brecha digital.
El elevado coste de desplegar redes gigabit, especialmente en zonas remotas, es uno de los obstáculos más significativos. Las redes de fibra óptica y las infraestructuras 5G requieren importantes inversiones en obra civil, incluida la excavación de zanjas para los cables subterráneos y la construcción de nuevas torres. La Comisión Europea ha calculado que el coste de una cobertura gigabit completa podría superar los 200.000 millones de euros, lo que dificulta la inversión por parte de entidades privadas sin un apoyo significativo del sector público.
Otro problema crítico es la complejidad de los procesos administrativos. Los operadores se enfrentan a grandes retrasos en la obtención de permisos para instalar infraestructuras de red, especialmente en regiones con normativas locales restrictivas. Estos obstáculos administrativos varían considerablemente de un Estado miembro a otro, lo que dificulta aún más el despliegue de redes transfronterizas sin fisuras. La Ley de Infraestructuras Gigabit aborda este problema pidiendo la simplificación de estos procedimientos e instando a los Estados miembros a agilizar sus procedimientos de concesión de permisos. La Ley pretende reducir los retrasos y hacer las redes gigabit más asequibles y accesibles.
El uso compartido de infraestructuras es otro mecanismo infrautilizado que podría reducir los costes de despliegue. A muchos operadores de telecomunicaciones les resulta difícil encontrar un marco adecuado para compartir sus conductos, postes y otros activos físicos con sus competidores. Esto aumenta el coste del despliegue de la red, ya que los operadores tienen que construir infraestructuras redundantes. El nuevo reglamento pretende reforzar las obligaciones de reutilización de infraestructuras, facilitando a los operadores más pequeños el acceso a las redes existentes y la prestación de servicios en zonas desatendidas.
De cara al futuro, las ambiciones digitales de Europa están recogidas en la estrategia de la Década Digital, que establece objetivos claros para 2030 . El objetivo más apremiante de la estrategia es garantizar que todos los ciudadanos de la UE, con independencia de su ubicación, tengan acceso a una internet segura y sostenible de velocidad gigabit. Esto no solo es esencial para la inclusión digital, sino también fundamental para apoyar los objetivos económicos más amplios de la UE, como el fomento de la innovación en inteligencia artificial (IA), Internet de las cosas (IoT) y ciudades inteligentes.
Lograr la conectividad gigabit universal requerirá avances significativos en las tecnologías de red, así como una mayor inversión en infraestructura. El papel de las asociaciones público-privadas (APP) será crucial para hacer frente a estas necesidades. Al aprovechar tanto el capital privado como la financiación pública, estas asociaciones pueden impulsar el desarrollo de redes de alta velocidad, sobre todo en zonas donde la rentabilidad financiera es demasiado baja para motivar la inversión del sector privado. Por ejemplo, los proyectos del Mecanismo «Conectar Europa» (MCE) y de InvestEU ya facilitan el desarrollo de infraestructuras críticas, pero son necesarios más esfuerzos para garantizar que ninguna región se quede atrás.
La sostenibilidad también debe ser un eje central del futuro desarrollo de infraestructuras. El Pacto Verde Europeo ha fijado ambiciosos objetivos para reducir la huella ambiental de todos los sectores, incluidas las telecomunicaciones. Las redes Gigabit, aunque esenciales para el crecimiento económico, deben desplegarse teniendo en cuenta la eficiencia energética y un impacto medioambiental mínimo. Tecnologías como la computación de borde, que reduce la necesidad de transmisión de datos a larga distancia, y el uso de energías renovables en la infraestructura de red, desempeñarán un papel clave para garantizar que las redes gigabit contribuyan a los objetivos de sostenibilidad ambiental y neutralidad de carbono de la UE.
Además, la mejora de la agilización de los procedimientos administrativos seguirá siendo una prioridad. Aunque la Ley de Infraestructuras Gigabit tiene por objeto simplificar el proceso de concesión de permisos, son necesarios nuevos esfuerzos a nivel nacional y local para coordinar los marcos reguladores en todos los Estados miembros. Eliminando los cuellos de botella procedimentales y fomentando una regulación coherente, la UE puede garantizar un despliegue más rápido y rentable de las redes gigabit.
Por último, el desarrollo de una mano de obra cualificada es esencial. La estrategia de la Década Digital aspira a contar con 20 millones de especialistas en TIC de aquí a 2030 para apoyar la transformación digital de Europa. Sin embargo, Europa está actualmente lejos de alcanzar este objetivo. La escasez de profesionales cualificados podría retrasar el despliegue y mantenimiento de redes gigabit, dificultando que la UE alcance sus objetivos de conectividad. La inversión en educación, formación profesional y programas de recualificación será vital para reducir este déficit de cualificaciones.
La Ley de Infraestructuras Gigabit representa un paso decisivo en la hoja de ruta de la UE hacia una conectividad a internet de alta velocidad universal, excelente, segura y fiable. Al abordar los retos de los elevados costes, los retrasos normativos y la reutilización de las infraestructuras, la Ley sienta las bases de una Europa más conectada e integradora. Sin embargo, el camino hacia la conectividad gigabit para todos en 2030 es un recorrido difícil. La colaboración público-privada, la innovación tecnológica, la armonización normativa y una mano de obra cualificada serán esenciales para superar la brecha digital. Si la UE es capaz de superar estos obstáculos, no solo será líder mundial en infraestructura digital, sino que también creará una economía digital más resistente, innovadora y sostenible.
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