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La apuesta por el conocimiento y por la innovación
Guillermo Dorronsoro
Asesor del Consejo de Administración / Comité Ejecutivo
Science, Research and Innovation Performance
Cada dos años, la Comisión Europea publica el Science, Research and Innovation Performance of the EU, un informe con una batería de indicadores que presentan el rendimiento de los países y regiones de la UE en materia de I+D+i
Director de Estudios para Servicios de Consultoría
Cada dos años, la Comisión Europea publica el Science, Research and Innovation Performance 2022 of the EU, un amplio informe con una batería de indicadores que presentan el rendimiento o comportamiento de los países y regiones de la Unión Europea en materia de I+D+i, comparando su situación entre ellos y a nivel mundial. Al terminar el año, viene bien repasar algunos de los datos del último de estos informes, publicado en 2022.
Lo primero que llama la atención es que, a pesar de los esfuerzos por incrementar el porcentaje de gasto en I+D sobre el PIB, la Unión Europea en promedio, con un 2,20%, ya ha sido alcanzada por China (2,23%) y sigue por detrás de las grandes economías mundiales como EEUU (3,07%), Japón (3,24%), o Corea del Sur (4,64%).
A este respecto también cabe recordar las grandes diferencias en cuanto a gasto de I+D/PIB que hay dentro de la Unión Europea, con países punteros como Suecia (3,5%), Bélgica (3,48%), Austria (3,2%) Alemania (3,14%), o Francia (2,35%), y otros menos activos como Portugal (1,6%), Italia (1,53%) o España (1,43%).
Durante las dos últimas décadas y en especial algunos países asiáticos, como Corea o China, han incrementado mucho más deprisa sus gastos en I+D/PIB. Parece que estamos en una carrera a nivel mundial en la que algunos van “como motos” y otros les siguen en bicicleta…, lo que está consolidando el desplazamiento del predominio económico y tecnológico mundial hacia los países asiáticos.
Otro aspecto que llama la atención al comparar la I+D de la Unión Europea con las grandes economías mundiales son las diferencias en cuanto a sectores que financian y ejecutan la I+D. Las empresas europeas financian con sus propios recursos el 59% de toda la I+D que se hace en la Unión Europea, siendo el resto financiado mayoritariamente por los gobiernos.
Sin embargo, en Japón o Corea las empresas financian casi el ochenta por ciento de la I+D de esos países, más de veinte puntos porcentuales por encima de Europa. Las empresas japonesas y coreanas también ejecutan el 80% de la I+D de sus países, mientras que las empresas europeas ejecutan el 68% de la I+D de la UE.
La I+D empresarial, financiada y realizada por empresas, tiene por tanto mayor peso en los países asiáticos que en Europa. La conclusión es que la I+D de las empresas asiáticas parece ser una actividad realizada por empresas convencidas de la necesidad de la I+D para mantener su liderazgo competitivo, sin vincularlo a la disponibilidad o no de financiación pública.
Si comparamos esta situación con España, cabe recordar que las empresas españolas financian con sus propios recursos el 49% de toda la I+D que se hace en España, siendo el resto financiado mayoritariamente con recursos públicos.
Como es sabido, el apoyo público a la I+D empresarial se canaliza fundamentalmente a través de ayudas financieras y de incentivos fiscales. El informe presenta el peso, medido en porcentaje de PIB, que ambos tipos de ayuda pública financiera y fiscal a la I+D empresarial tienen en países de dentro y fuera de la Unión Europea. Llama la atención que, países como Japón, Canadá, o dentro de la UE Francia, Portugal o Italia, tienen mucha más ayuda fiscal que financiera, mientras que en España es justo a la inversa, la ayuda financiera pública a la I+D empresarial es el doble de la ayuda fiscal. Sería bueno equiparar al menos el peso de ambos tipos de ayudas en España.
Centrándonos en el impacto de la actividad investigadora, la I+D puede generar dos grandes tipos de resultados más o menos inmediatos, por un lado, publicaciones científicas, más habituales en investigaciones fundamentales o alejadas del mercado, y por otro lado patentes, que otorgan un monopolio de explotación de los resultados si estos tienen novedad mundial y aplicabilidad industrial.
En materia de publicaciones científicas, la Unión Europea generó en 2020 el 19,6% de todas las publicaciones científicas a nivel mundial, por delante de EEUU (15,6%), pero superada por China (22,4%). España, por su parte, supuso el 2,3% de las publicaciones científicas mundiales, superando ligeramente a Francia en este ámbito.
Japón y Corea del Sur sumados generaron el 5,6% de las publicaciones científicas mundiales, lo que parece acorde con el predominio de la I+D empresarial en estos países, ya que las empresas suelen ser poco proclives a este tipo de publicaciones.
Por otro lado, las patentes extendidas a nivel internacional o patentes PCT (por sus siglas en inglés del “Patent Cooperation Treaty”) son las que permiten competir y comercializar las innovaciones en los mercados globales.
Si se analiza la evolución de las patentes internacionales solicitadas en los últimos veinte años por las grandes economías mundiales se observa la tendencia, ya antes comentada, de cómo los países asiáticos, y en especial China, van progresivamente ganando peso respecto a la situación que había hace dos décadas.
Japón y Corea del Sur sumados generan el 25% de las patentes internacionales solicitadas en todo el mundo (y como se ha mencionado antes, tan solo el 5,6% de las publicaciones científicas mundiales).
El informe presenta un análisis más detallado a nivel de regiones europeas, que igualmente pone de manifiesto la ausencia de relación directa entre publicaciones científicas y solicitud de patentes. En concreto, compara las diez regiones europeas con mayor número de Patentes Europeas solicitadas en el periodo 2003-2018 con las diez regiones europeas que mayor número de publicaciones científicas realizaron durante ese mismo periodo, en los ámbitos de salud y TIC.
Salvo dos regiones (île de France, y Oberbayern), las regiones europeas que más patentan en un ámbito tecnológico no coinciden con las que más publicaciones científicas realizan en ese mismo ámbito tecnológico.
A mi juicio, los anteriores datos ponen de manifiesto la necesidad de buscar, tanto a nivel europeo, como nacional y regional, un mayor equilibrio en el apoyo público, por un lado, a una I+D académica o más fundamental, alejada del mercado, pero necesaria para generar nuevos conocimientos y, por otro lado, a una I+D práctica o más enfocada a resolver las necesidades y retos tecnológicos de las empresas, colaborando más intensamente con estas.
En ese ámbito de la colaboración tecnológica entre empresas y centros de conocimiento queda, como puede apreciarse en el anterior gráfico, mucho margen de mejora, ya que siguen siendo una minoría las empresas consideradas innovadoras y que colaboran con universidades y centros de investigación públicos o privados. No digamos ya nada, del resto de empresas que ni siquiera realizan actividades de I+D+i. Como alguien dijo, el conocimiento de poco sirve si no se utiliza para transformar la realidad.
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