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Modelos de negocio en Colombia y Namibia, expuestos en Bruselas como buena práctica en DDHH

La Dirección General de Cooperación y Desarrollo de la Comisión Europea (DG DEVCO) ha acogido recientemente en su InfoPoint la jornada “Ejemplos de diálogo público-privado” en la que ZABALA ha expuesto dos casos de éxito en Latinoamérica y África. En los mismos se ha trabajado con mecanismos de debida diligencia y participación pública para hacer posible la implantación de la actividad de dos compañías, el caso de Repsol (sector energético), en Colombia, y de IAN (sector agroalimentario), en Namibia.

Mikel Berraondo, director de Innovación Social de Zabala Innovation, y Carlos Lertxundi, responsable de operaciones de IAN en Namibia, participaron en la sesión presentada por Laura Atienza-Urcelay, policy officer de DG DEVCO, y de quien partió la iniciativa tras conocer la experiencia de ZABALA en los European Development Days, celebrados en junio en Bruselas.

En la sesión se demostró cómo es posible que las empresas operen en otros continentes, dentro de un contexto internacional en el que el respeto a los derechos humanos es imprescindible y para ello los procesos de participación pública que implican a todos los actores (empresas, estados y organizaciones públicas, comunidades indígenas y locales) son parte fundamental. “Es la manera de hacerlo si las empresas quieren cumplir con su compromiso para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030, que marcan las políticas europeas e internacionales”, comentó Berraondo.

Para que las empresas puedan adaptarse a esta forma de actuar, Berraondo explicó cómo han desarrollado un nuevo enfoque: “Es una nueva forma de actuar para las compañías, hasta ahora muchas de ellas no sabían cómo actuar con los derechos humanos. Nosotros hemos integrado todos los estándares internacionales en nuestra metodología propia”. Este proceso garantiza a las compañías una seguridad jurídica y de actuación, que muchas veces no existe, y que impide generar valor y riqueza en las regiones. “Las empresas están comenzando a asumir que los derechos humanos son parte de los beneficios”, aseguró.

Dentro de este proceso señaló algunas condiciones imprescindibles como la incorporación de expertos locales, con un enfoque multicultural, que puedan acercarse a las comunidades en sus lenguas locales, la promoción de la participación pública basada en la construcción de relaciones de confianza, y el mantenimiento de un diálogo continuo. “Es fundamental dar seguimiento a los procesos para construir esas relaciones basadas en el respeto mutuo y que se mantenga el diálogo”, comentó el experto.

En Colombia, según se mostró en la sesión, fue fundamental esta aproximación. Se trata del primer caso donde se han implicado comunidades indígenas concretas, que anteriormente hubieran sido muy complicadas de sumar. En el proceso participaron cinco comunidades diferentes, y se contó con el apoyo de organizaciones como la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) y la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). En este caso, la empresa se replanteó instalar su actividad en otra zona, tras revisar un informe de impacto, del que se extraía como principal conclusión que las consecuencias para el patrimonio cultural de las poblaciones indígenas podía ser grave.

Trabajar sobre el terreno

Hasta este momento los procesos de debida diligencia habían sido llevados a un nivel más político o lejano a las comunidades, y se trata de procesos que “deben ser próximos a la práctica, especialmente en la comunicación e interacción con la población”. “Necesitas estar en el terreno para contribuir la confianza”, perseveró el ponente.

Berraondo ha considerado también que el proceso de consulta previa no está exento de complejidad, puede llegar a unos dos años, y que los procesos de consulta también deben coordinarse con la implementación de los planes de negocio. “En Colombia la ONIC está centrada en aplicar el artículo 15 del Convenio de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales, en el que se explicita la necesidad de compartir los beneficios”.

Berraondo enfatizó que en Colombia sin el gobierno la participación hubiera sido imposible y los aspectos de género han sido claves,

En el caso de Namibia, en el que se ha colaborado con las instituciones públicas y la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ), el impacto de los resultados ha sido sorprendente. Allí, IAN, empresa del sector agroalimentario, ha instalado una nueva línea de producción logrando que los productores locales sean parte del negocio, y ha tenido un impacto extremadamente positivo en la mejora de la igualdad de género, incorporando a muchas mujeres de la población local (en zonas donde es muy complicado que la mujer pueda salir de roles establecidos tradicionalmente) a su plantilla. “En Namibia unos de los mayores beneficios del proyecto ha sido el empoderamiento femenino”, destacó Lertxundi.

Los impactos en la economía local y la transformación en el área han sido rápidos y con el proyecto se plantean continuar con nuevos desafíos creando energía a partir de fuentes renovables (solar fundamentalmente), así como la inversión en estructura de saneamiento de agua, para solucionar el problema de la escasez. La implantación de la empresa ha favorecido que las poblaciones puedan mantener su forma de vida en zonas rurales (en África el éxodo a las ciudades es un gran problema por la falta de recursos y empleo). Para ello, ha matizado Carlos Lertxundi, “la debida diligencia fue una propuesta de Zabala Innovation que ha sido clave para generar este resultado”. “IAN siempre ha estado comprometida con la RSE, pero esto es dar un paso más allá”.

Dentro de la sesión, AECID mostró su interés por continuar la colaboración público-privada, ya que mantiene un grupo de trabajo para el sector privado, y quieren mostrar estos casos que pueden ser de utilidad para otras empresas que quieran implantar su actividad en otros continentes, y para las organizaciones que trabajan sobre el terreno.