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PROYECTO BIO-FLEXGEN

Bioenergía para un futuro circular gracias al proyecto Bio-FlexGen

Bio-FlexGen

El Pacto Verde Europeo promete lograr un sistema energético neto cero para 2050, mediante una mayor ambición en materia de eficiencia energética, integración de sistemas y energías renovables. Por eso, el proyecto Bio-FlexGen propone una nueva solución utilizando dos fuentes de energía renovables: el hidrógeno verde procedente de energías renovables variables y la biomasa.

Conoce de cerca el proyecto Bio-FlexGen

Durante los tres años de vida del proyecto (2021-2024), los ingenieros de Bio-FlexGen desarrollarán una planta única de producción combinada de calor y electricidad (CHP). El sistema proporcionará flexibilidad horaria, diaria y estacional. La flexibilidad horaria se consigue arrancando rápidamente con hidrógeno verde cuando se necesita energía. La flexibilidad estacional se consigue produciendo hidrógeno a partir de biomasa cuando hay una baja demanda de calor. Con este enfoque seguro y flexible, Bio-FlexGen permitirá integrar mayores cantidades de energía solar y eólica intermitente en el sistema energético.

Para la coordinadora del proyecto, Susanne Paulrud, de los Institutos de Investigación de Suecia, este novedoso enfoque supone una gran diferencia: “Gracias a su mayor nivel de flexibilidad y eficiencia, la cogeneración Bio-FlexGen puede utilizar cuatro modos de funcionamiento diferentes. De este modo, se optimiza la producción de diferentes productos, como calor, electricidad, hidrógeno y CO2 biogénico, en función de las fluctuaciones del mercado”.

Cuál es nuestro papel desde Zabala Innovation

Desde Zabala Innovation estamos trabajando para obtener una metodología que pueda medir el impacto social de esta tecnología, “lo que va a permitir identificar y gestionar potenciales riesgos a nivel social y aumentar el valor del proyecto para la sociedad en general”, según explica Leire Martiarena, líder del área de conocimiento de innovación social.

Antes de implementar el proyecto se hizo un estudio de impactos medioambientales, pero “es imprescindible medir los sociales” destaca Martiarena, porque el impacto social está ligado a los grupos de interés que rodean al proyecto, por lo que ha resultado imprescindible trabajar en la identificación de estos grupos para contar con ellos a lo largo de la ejecución del proyecto.

Además, la experta también resalta que analizan “el impacto de la nueva tecnología, pero también el de toda la cadena de valor”, porque es muy importante medir el impacto social, por ejemplo, desde el lugar en el que se recoge la materia prima o fuente de energía, ya que no ha sido producido específicamente para generar energía, sino que se buscará revalorizar residuos de otras actividades o industrias ya existentes Lo que conduce a la conclusión de que este proyecto puede ayudar a reactivar la economía local y a hacer un mejor uso de los recursos que hay a nivel orgánico.

Leire Martiarena ha mencionado también, cuáles consideran que pueden ser los principales beneficios sociales de la implementación de esta nueva tecnología a medio y largo plazo, al menos a nivel de impacto: reducir la pobreza energética, asegurar el acceso a la energía, mejorar la economía local y generar puestos de trabajo más cualificados.

Bio-FlexGen hacia una economía circular

Bio-FlexGen utiliza la biomasa para generar electricidad a partir de los flujos de residuos, como los restos de madera que suelen acabar en la basura, pero gracias al proyecto, aseguran que se podrán utilizar los flujos de residuos para generar electricidad a bajo coste, lo que permite utilizar menos combustibles fósiles.

Para Gustav Melin, ex presidente de Bioenergy Europe y asociado a Bio-FlexGen, “este tipo de energía está disponible en todas partes, las plantas crecen en todo el mundo, así que todo el que tenga tierra puede cultivar biomasa para obtener energía”.