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Prospectiva y cultura de innovación

La prospectiva en la cultura estratégica de innovación

prospectiva y cultura de innovación
Marta García

Marta García

Consultora estratégica de innovación

¿Y si dijéramos que el ser humano es sujeto activo en la construcción de la realidad, otorgándola de valor, sentido y significado? Este planteamiento conlleva una clara actitud proactiva, rectora y constructora de la realidad, presente y futura, enfocada a la capacidad de generar innovación.

La prospectiva es una disciplina de naturaleza anticipativa que emplea metodologías cuantitativas y cualitativas para la gestión del cambio y la transformación del entorno; permite identificar sus elementos principales y las claves de su evolución.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la prospectiva es “un conjunto de intentos sistemáticos para mirar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad, con el fin de identificar aquellas tecnologías emergentes que probablemente generarán los mayores beneficios económicos y/o sociales». En la Comisión Europea también se entiende como la disciplina que permite “explorar, prever y configurar el futuro para ayudar a conformar y utilizar la inteligencia colectiva de manera estructurada y sistémica a fin de anticiparse a los cambios”.

Un estudio de más de 300 multinacionales encontró que las empresas que están más preparadas para el futuro tienen un 44% más de probabilidades de tener un rendimiento superior en sus mercados[1]. En ese sentido, el empleo de la prospectiva puede preparar a las empresas y a los territorios ante el cambio, apoyando en los procesos de gestión del ecosistema con la implementación de una cultura y visión de largo plazo y de anticipación en su planificación estratégica, siendo el objetivo de la prospectiva no adivinar el futuro, sino adquirir competencias que permitan navegar por la incertidumbre de manera ágil y efectiva para orientar las estrategias en la generación de valor e impacto.

Ilustración 2. Prospectiva como gestión del cambio y clave de innovación

 

No se puede conseguir innovación sin una «cultura de innovación» (capacidad de gestión del valor y del talento, sistema de manejo del conocimiento y la información, estrategia aplicada de relación con el ecosistema …), que influye en todos los niveles de la organización, su dirección y en su actitud proactiva ante los cambios. Entonces, ¿cómo puede la prospectiva aportar cultura de innovación en las organizaciones y territorios?

Prospectiva y cultura de innovación

Toda innovación implica análisis multinivel del entorno

El profesor Chesbrough habló de la clave del éxito en el siglo XXI para la innovación y creación de valor mediante “el uso de los flujos internos y externos de conocimiento para acelerar la innovación y ampliar los mercados”[1]. Con una realidad cada vez más interconectada (sistema de sistemas), influida cada vez más por una compleja red de actores, sus relaciones y estrategias, y por los factores internos y externos de ámbito social, político, económico, medioambiental… para afrontar el cambio y las necesidades futuras del entorno se requiere aplicar enfoques transversales, una visión holística y sistémica, de naturaleza relacional y de inteligencia colectiva, que permita comprender dichos fenómenos en toda su complejidad.

Toda innovación implica futuro

No se puede gestionar el presente sin visión de futuro. Los desarrollos de innovación, en el corto-medio plazo, compiten en un área de mercado competitivo y en un entorno evidente en respuesta a retos públicos y privados ya identificados (el Océano Rojo); el verdadero desafío para liderar el impacto innovador de manera sostenible está en orientar la estrategia de largo plazo en la incertidumbre (el Océano Azul). La prospectiva en la cultura de innovación permite analizar los futuros posibles —en términos de verosimilitud, probabilidad y pertinencia— e identificar las estrategias para hacerlos más probables.

Ilustración 2. Prospectiva en la cultura de la innovación

Toda innovación implica gestión del cambio

El cambio es continuo; es importante asumir que es inevitable. La buena suerte se crea; lo analizan Trias De Bes y Rovira en su obra [2]. Nuestro futuro dependerá entonces de nuestra capacidad de influir en el desarrollo de los acontecimientos que nos conciernan. Así, la manera de amortiguar la incertidumbre es mediante la capacidad que tengamos de conocer los elementos que influyen en el entorno e intervenir de manera anticipatoria en la realidad por medio de la acción innovadora.

Toda innovación implica dirección y pensamiento estratégico

Bas y Guilló hablan de la “acción como innovación” [3]. El futuro no es más que un horizonte de posibilidades, con múltiples alternativas de acción. Identificar cuál de ellas es la decisión más favorable (DÓNDE QUIERO LLEGAR), que realmente aporte valor diferencial e impacto (POR QUÉ QUIERO LLEGAR AHÍ), orienta las capacidades y estrategias al logro de esos objetivos (CÓMO PUEDO LLEGAR).

El espíritu proactivo de la innovación necesita de una definición y dirección estratégica orientada a las necesidades presentes y futuras, lo que permite desarrollar líneas de acción ventajosas, impulsando y proyectando el modelo de negocio hacia nuevas áreas de interés y oportunidad y con nuevo aporte de valor.

La gestión de innovación es reactiva mientras que la cultura es proactiva. La primera se enfoca en adaptar productos y procesos a los cambios acontecidos o previstos, mientras que la cultura de innovación, de la mano con la prospectiva, aspira a identificar y liderar esos cambios, ese “diseño de futuro”. En definitiva, para crear más innovación es importante crear más cultura.


[1] Henry William Chesbrough. Innovación abierta. 2009.

[2] Fernando Trias de Bes, Fernando Rovira. La buena suerte, claves de la prosperidad, 2005.

[3] Eric Bas Amorós, Mario Guilló. “Prospectiva y cultura de la innovación”, Ekonomiaz: Revista vasca de economía. 2011.

 

Persona experta

Marta García
Marta García

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Consultora estratégica de innovación

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