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INNOVACIÓN
La escala de madurez tecnológica permite medir de manera rápida y universal la fase en la que se encuentra un proyecto de I+D+i
La innovación y los proyectos de I+D+i atraviesan diferentes fases desde que surge una idea hasta que se consolida la tecnología. Por eso, es necesaria una herramienta que permita medir de manera rápida y universal la fase en la que se encuentra un proyecto. Para ello se utiliza como unidad de medida el TRL (Technology Readiness level), la escala de madurez tecnológica.
Estos niveles permiten medir cómo de preparada está una tecnología para su uso generalizado, y eso ha hecho que cada vez sea más frecuente su uso para tomar decisiones sobre a dónde destinar las ayudas europeas que se utilizan para desarrollar proyectos innovadores.
El origen de esta escala se remonta a los años 70 en la NASA con el objetivo de medir lo lejos que estaba una tecnología para poder ser probada en el espacio. Esta clasificación permitió a la NASA identificar los requisitos mínimos de preparación para el vuelo de cada uno de los componentes de una tecnología, para disminuir el riesgo de futuras misiones.
Pero no fue hasta 2009 cuando la Comisión Europea habló de este concepto. Lo hizo en un comunicado titulado “Preparar nuestro futuro: Desarrollo de una estrategia común para las tecnologías facilitadoras esenciales en la UE”. En este artículo se explicó el concepto de tecnologías facilitadoras esenciales (del inglés Key Enabling Technologies, KETs), y se comenzó a aplicar el concepto TRL. Pero esta primera interpretación era más amplia que la que se utiliza ahora. No solo medía el nivel de madurez de una tecnología para su uso en entorno operativo, sino que también se interpretó como la preparación de un producto o servicio para ser comercializado.
En 2014 se empezó a utilizar esta escala dentro del programa marco Horizonte 2020 y ahora continúan presente en Horizon Europe.
Para lograr categorizar los proyectos, se tienen en cuenta varios elementos como son los conceptos del programa, las capacidades y los requisitos tecnológicos. El TRL se determina teniendo en cuenta una escala del 1 al 9, en la que el 9 es la tecnología más madura, la más preparada para salir al mercado y comercializarse.
El principal beneficio que ofrecen los TRL es la toma de decisiones relacionadas con el desarrollo y la transición de la tecnología. Lo más importante es conocerlos bien para poder entender los topics de los programas a realizar y que las propuestas o proyectos respondan de manera efectiva a ese topic.
Esta clasificación mostrada anteriormente, encaja en las áreas industriales. Pero en el caso de los sectores farmacéuticos o de salud, y en las tecnologías de hardware y sistemas, es más acertado utilizar las siguientes.
Para temas que se encuentran más relacionados con las ciencias humanas y sociales, tampoco esta segunda clasificación es demasiado útil, por eso se están empezando a utilizar en este sector los Niveles de preparación de la sociedad, (SRL, por sus siglas en inglés). Esto supone una manera de evaluar el nivel de adaptación social de, por ejemplo, un determinado proyecto social, una tecnología, un producto o un proceso para su integración en la sociedad. Es necesario proponer una transición realista hacia la adaptación de la sociedad.
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Claudia Asiáin
Consultora en Estrategia de Innovación
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