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Salud

Profarma 2025-2026 vuelve con énfasis en innovación digital y sostenibilidad

Plan Profarma 2025

La industria farmacéutica española está de enhorabuena. Uno de los programas más esperado por el sector y que llevaba más de dos años sin publicarse, Profarma, vuelve a ver la luz. La convocatoria para 2025 de esta iniciativa – destinada a reforzar la competitividad de esta industria y su contribución a la autonomía estratégica a través de una cadena de suministro sólida, resiliente y ecosostenible – mantendrá abierto el plazo de presentación de propuestas desde el 15 de julio hasta el 15 de octubre.

“La convocatoria 2025 evaluará parámetros económicos, industriales y de I+D relativos a 2024. No obstante, también se solicitarán indicadores de los años 2022 y 2023”, advierte Alicia Rebollo, coordinadora operativa en proyectos nacionales de Zabala Innovation. “Si bien muchas empresas farmacéuticas han estado trabajando desde hace un tiempo a la espera de esta iniciativa, es importante realizar una buena planificación de la información a recopilar y el correspondiente procesamiento de datos porque reportar información de 2022, 2023 y 2024 a la vez no va a ser un proceso sencillo”, añade esta experta.

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“Conviene hacer un buen volcado de datos en el formulario de solicitud y elaborar una memoria técnica que permita identificar fácilmente todos aquellos parámetros que resultan más favorables en la evaluación. No es una convocatoria para dejar para el último momento”, insiste Rebollo.

Nuevas reglas del juego

En esta nueva edición, Profarma mantendrá la proporción histórica del 65% del peso de la evaluación centrado en investigación y el 35% en producción, pero incorporará también criterios transversales adicionales para el apartado C. Entre ellos, destacan la comercialización, fabricación e investigación de principios activos y de medicamentos estratégicos, las capacidades a inversiones en procesos industriales biotecnológicos y la sostenibilidad, el impacto social y medioambiental.

También se valorarán muy positivamente los proyectos propios o en colaboración con centros del Sistema Nacional de Salud (SNS) de investigación básica y preclínica a partir del uso de los datos y de la inteligencia artificial generativa. En esta misma línea, los centros de innovación tecnológica o de ciencia de datos serán evaluados favorablemente, en términos sus actividades de innovación tecnológica a partir del uso de datos.

En esta edición, una vez más, se considerarán los beneficios derivados de las inversiones en compañías biotecnológicas y se valorará la inversión directa o a través de vehículos de inversión especializados de tutela pública. Un aspecto novedoso es la evaluación del uso de las herramientas financieras puestas a disposición de las empresas por parte del Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI) – es decir, préstamos parcialmente reembolsables incluidos en el PERTE de Salud de vanguardia – así como las actuaciones coordinadas entre este organismo, el Instituto de Salud Carlos III y la Agencia Estatal de Investigación.

En definitiva, todo ello implica que “las empresas tienen que demostrar que están preparadas para una nueva etapa de la industria farmacéutica, más conectada, más sostenible y mucho más dinámica”, en palabras de Rebollo.

Volver con sentido

“Uno de los retos más importantes de esta nueva edición es que todas las empresas consigan poner en valor sus parámetros industriales, económicos y de I+D para lograr la puntuación más alta a la que puedan aspirar”, destaca Rebollo. “Desde Zabala Innovation venimos trabajando en Profarma desde el año 2006 y hemos prestado nuestro servicio aproximadamente al 10% de las empresas de la clasificación. Por ello, estamos convencidos de que este plan ya no es solo una cuestión de reconocimiento, sino una herramienta de posicionamiento estratégico en un sector en transformación”, añade.

La reactivación de Profarma se produce en un momento de especial relevancia para la industria farmacéutica nacional, en un entorno marcado por la presión para garantizar la autonomía estratégica en la producción de medicamentos y garantizar la sostenibilidad del SNS. Este plan, que comenzó su andadura en 1986, ha evolucionado en el tiempo hasta convertirse en un instrumento de referencia para medir el compromiso de las compañías con el tejido industrial y científico español.